Corrupción vs principios
El 30% de los empresarios estarían
dispuestos a adulterar estados financieros y pagar sobornos para obtener un
contrato. El 80% de los empresarios dicen que es usual pagar sobornos en
Colombia, según la encuesta Ernst & Young 2016. Ninguna de las 167
entidades colombianas evaluadas por Transparencia Internacional está en nivel
bajo de corrupción, la gran mayoría están en riesgo alto o muy alto e
corrupción.
La corrupción en Colombia tiene diversos
orígenes, pero sin lugar a dudas el más escabroso es el de la mafia que se ha
cooptado la política y la contratación pública. Se trata de una trama delictiva
que se inicia en las campañas. Como son tan costosas para poder financiar la
compra de votos, los regalos, la pauta publicitaria, los eventos con orquestas
y rifas, los fraudes en la Registraduría y escrutinios; requieren
inversionistas. Estos no son otros que contratistas que entregan el dinero, con
el ánimo que, una vez elegido, el personaje devuelva en contratos lo que se le
"invirtió". Por eso las licitaciones o las contrataciones rara vez
son trasparentes, ya vienen con un dueño.
Los congresistas que participan del
negocio consiguen el presupuesto -que negocian con el ministro a cambio del
apoyo a proyectos legales que se gestiona el Congreso. El presupuesto se
pone a disposición de una alcaldía o una gobernación, y todos sacan tajada. Y
luego, cuando vienen unas nuevas elecciones el aparato utiliza el dinero
público para poder garantizar la reelección, si el candidato no pega, invierten
en otro y todo sigue igual.
También existe la modalidad de entregar
entidades. Antes se trataba simplemente de la asignación de puestos de trabajo
que se otorgaban a los amigos del político como pago del apoyo recibido en las
elecciones. Ahora, no sólo es clientelismo, es el poder de las decisiones que
se toman, y la contratación: que asigna a los amigos dispuestos a la dar una
cuota, y se hace con sobrecostos.
Duele como durante la intervención de
Saludcoop por parte del gobierno, se le entregaron 1,2 billones de bonos
solidarios y se suponía que en la liquidación quedarían para el Estado unos 2
billones, que nunca llegaron. Aparecieron sí, varios contratos -ya en la
fiscalía, a amigos de congresistas.
Y qué decir del cartel en la Corte
Suprema, donde abogados y Magistrados negociaban absoluciones. Habrá que
investigar magistrados auxiliares e incluso esa larga lista de falsos testigos
para saber cuáles eran los verdaderos alcances del macabro negociado.
La corrupción se asocia con óxido que corroe.
Debilita la confianza en el Estado, que termina por no poder cumplir con nada
de lo que se propone, e incentiva la venta del voto bajo la convicción de que
más vale recibir algo que esperar para nada. Combatirla no es fácil. No hay
fórmulas mágicas. La eficacia simbólica de la ley, -la fuerza de la amenaza que
representa la sanción- tiene efectos muy limitados cuando la probabilidad de
ser sancionado es muy escasa. Lo principal para combatirla son las personas.
Ciudadanos que elijan sabiendo que el dinero, las prebendas, los puestos solo
terminan en corrupción. Ciudadanos elegidos se la jueguen por los principios:
Jamás la trampa o el crimen deben ser premiados.
Paloma Valencia
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