¿Concentración o despeje?
Lo que hace muy
difícil discutir los asuntos de la nación con el actual gobierno, es que cambia
de postura con facilidad, y se esconde en las ambigüedades del lenguaje para
sostener un discurso del que cada cual interpreta lo que le conviene. Por eso
el ejercicio de la oposición ha consistido en intentar obligar al Gobierno a
develar lo que esconde. Aseguraban que no había impunidad, y costó mucho que
reconocieran que si los crímenes de lesa humanidad, son confesados, no tendrán
cárcel; para ellos la confesión es castigo para nosotros queda impune.
La modificación
de la ley de orden público será ese ejercicio nuevamente. Habilidosos asumieron
el término “concentración” que usó el uribismo para referirse a la necesidad de
que las Farc se ubicaran en un punto, de manera que se pueda garantizar que no
están delinquiendo, y procedan al desarme. Han insistido en que no habrá
despejes, sin embargo sospecho que se trata de otro sinuoso juego de palabras.
A los despejes los van a llamar zonas de concentración.
La principal
evidencia que tengo son las facultades que pretenden para el Presidente en la
modificación de la ley 418, donde Santos podrá decretar zonas de ubicación
temporal o zonas de despeje. La estrategia del Centro Democrático ha sido
diferenciar ambos fenómenos: Prohibir las zonas de despeje, y establecer reglas
precisas para las zonas de ubicación temporal. Estas no podrán ser establecidas
en áreas donde hay asentamientos de población civil; corredores estratégicos
del narcotráfico, la minería ilegal y el crimen organizado; zonas de frontera;
zonas de interés para el desarrollo económico. No podrá haber más de una zona
de concentración por departamento y no más de 5 en el país. Y estarán sujetas
al cumplimiento de la ley.
El ejercicio
pretende darle claridad al país. No es lo mismo una zona de despeje, que con
buena fe el país probó y los recuerdos de los abusos cometidos no admiten otro
ensayo; y una zona de ubicación temporal, como Ralito, donde estuvieron los
paramilitares, pero también donde fue capturado Don Berna cuando se comprobó
que seguía delinquiendo desde ahí.
Esta es una
prueba ácida para el gobierno que con la escasa aceptación del 16%, un país en
medio de una crisis económica que se agrava cada día y un caos de corrupción
que carcome la administración pública; no puede despejar territorios como lo
anhela la Farc. Si Santos accede al despeje para seguir complaciendo a las Farc
cavaría una distancia ya irrecuperable con los colombianos. Después de los
niños muriendo de hambre, los hospitales cerrando, Isagén, Reficar, el escándalo
de la policía con tráfico de favores, chuzadas a periodistas y el despido de
Vicky Dávila quien denunció todo eso; no habrá almendras suficientes para
endulzarnos.
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