A la Calle
La captura de
Santiago es una herida en el corazón del Presidente Uribe. Una más, pues son ya
18 puñaladas matreras a uribistas judicializados en el largo Gobierno Santos.
Más que un asunto de justicia, en un país donde levantan las ordenes de captura
y buscan la impunidad de los más sanguinarios terroristas de América, se trata
de un intento macabro de silenciar la oposición política.
El propósito
final es cumplir el anhelo más importante de las Farc: que todos somos
culpables. Con ello justifican todos los crímenes que cometieron, y convierten
esta negociación en la oportunidad del perdón colectivo de una sociedad
conformada toda por criminales.
Todo está
diseñado para eso. Sustituirán la institucionalidad colombiana, por la mal
llamada jurisdicción de Paz. Un tribunal conformado según criterios del
santismo y las Farc para judicializar a todos los colombianos, ciudadanos y
militares. Con la premisa sencilla de que si se confiesan los crímenes no se
paga ni un solo día de cárcel, mientras que si se confiesa a destiempo o no se
confiesa irá cárcel.
Cualquiera
entiende los beneficios para un criminal. Para ellos confesar lo que ya todos
sabemos no implica ningún esfuerzo, basta recordar como los grupos terroristas
reivindican sus fechorías. El negocio es sencillo: confiesan lo que todo el mundo
sabe y quedan libres. Los ciudadanos y los militares, en cambio, si aspiran a la
libertad tendrán que confesar los delitos aunque no los hayan cometido. No hay
garantías para un ciudadano, pues los jueces son del Gobierno y las Farc, los
medios probatorios admitidos (ONG, organizaciones de víctimas) están –muchos de
ellos- al servicio de los mismos intereses. Será una cacería de brujas, una
purga, un mecanismo de presión.
Aquellos que se
atrevan a criticar a las Farc o al santismo- serán judicializados y seguramente
sancionados, salvo que acepten que son delincuentes y se unan a la fiesta y
entren a la nueva sociedad donde todo eso está perdonado. Y como todos somos
criminales nadie puede criticarse.
No hay duda de
que la Fiscalía actúa al servicio de Santos. Le absuelve sus ministros en dos
días por el jugoso escándalo de corrupción en Reficar, viaja a las instancias
internacionales a defender las políticas de gobierno como un funcionario más; y
han sido tan excesivas sus actuaciones judiciales con propósitos electorales
que merecieron una reprimenda de un tribunal colombiano. El escándalo del
supuesto hacker utilizado en momentos decisivos de la campaña a favor de la
reelección de Santos es bochornosa para cualquier democracia. (A propósito
¿será verdad que el hacker ya está libre en el exterior y financiado por los
recursos de los colombianos?)
Aún queda mucho
por saber: ¿Saldrá el Fiscal nombrado por Santos? ¿Es verdad que le dejan como
premio al Vicefiscal Perdomo como encargado un buen tiempo? Estamos como
estamos. Un presidente que todos los días asumen nuevas facultades y con
pretensiones totalitarias liquida opositores políticos, periodistas, gremios,
sectores. Un presidente que no gobierna, unos políticos empachados de corrupta
mermelada, terroristas posando de estadistas y un país en caos.... Es ahora
cuando debemos actuar con resistencia civil: ¡A la calle!
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