Mil días de paz - 04 de junio de 2015-
Mil días de paz
Este gobierno le prometió la paz a los colombianos. Dijeron que
las Farc tenían voluntad de cesar su violencia, y que bastaría una firma de
ellos para que el país se trasformara. Decretaron que quienes se atrevían a
criticar el proceso de la Habana eran enemigos de la paz. La ligereza de los
argumentos no impidió
que se tendiera un mantel decorado de promesas, de argumentos
circulares como encajes sobre la mesa de la realidad colombiana -quemada, rota,
rayada. El ensueño colectivo, y la mermelada movió la intrincada maquinaria de la politiquería
y se dio la reelección del Presidente.
Del fastuoso banquete de la Paz entre las Farc y el gobierno,
hoy, mil días después nos queda una desesperada realidad. Más de 900 actos
terroristas, 700 miembros de la fuerza pública y 147
civiles asesinados,
volvieron los ya olvidados retenes ilegales en las vías. Las Farc han duplicado
sus ingresos por narcotráfico, la minería ilegal prolifera en el territorio a
su servicio. La extorsión que ha tenido un crecimiento de más del 200%, y hasta
recibos de pago, con sello, expiden las Farc para cobrar a los ricos y a los
pobres.
Semejante escenario ha mostrado con contundencia que no estamos
ante una negociación, sino frente a un burdo proceso extorsivo. Entre más
violencia ejerce las Farc, mayores concesiones pretende entregarle el gobierno,
y más animo encuentran los que defienden las cesiones. Precisamente para evitar
esta violencia -dicen- tenemos que otorgarles lo que piden, firmar ya.
No se pararon a pensar en las consecuencias futuras, no vieron
el mensaje errado que se le daba a los ciudadanos; donde ser delincuente paga.
Por eso, no aceptan que el crecimiento de la delincuencia en todas las ciudades
del país está íntimamente ligada al proceso de la Habana; hoy en Colombia, la
ley pesa menos. Nadie considera que será imperativo cumplirla. Todo se puede
negociar.
No querían ver que la historia de Colombia muestra que las
concesiones a los violentos sólo generaron nuevas violencia; porque siempre hay
otros que aspiran a más, encuentran en las armas la oportunidad de imponerse y
saben que al final siempre hay negociaciones e impunidad.
Nos consuelan diciéndonos que si bien la firma no traerá la paz, la violencia que nos espera será muy distinta; ya no tendrá un origen
político, sino que será desvergonzada
delincuencia común. ¿Cómo puede ser distinta una violencia de otra? ¿En qué verá el beneficio el ciudadano? ¿Por qué les parece más fácil derrotar el narcotráfico y la ilegalidad si
no tiene origen político?
Quién le dio a las Farc el título de delincuentes políticos?
¿Cómo se hicieron acreedores a él? Nunca han hecho nada por el pueblo
colombiano, salvo atormentarlo. No tienen aceptación de la ciudadanía. Sus crímenes
son los más atroces y ofensivos a la humanidad, ninguno puede catalogarse como
político. Se trata de un discurso de las propias Farc que algunos deciden
aceptar para explicar la complacencia; y la ilusión de la paz, se ha convertido
en pretexto para justificar crímenes.
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