Se les dijo -16 de junio de 2015-
Se les dijo
Los problemas de la
negociación de la Habana son hoy evidentes; lo triste, es que eran previsibles.
Si el gobierno no fuera soberbio y vanidoso, hubiera oído las voces críticas, y
habría podido evitar el derramamiento de sangre, petróleo y frustración.
“Negociar en medio del
conflicto”, dijeron, superaría el error de haberle cedido territorio, y
tranquilidad a las Farc. Suponían que ésta táctica mantendría la presión de las
fuerzas armadas sobre las ya debilitadas estructuras y no concedería ningún fortalecimiento
militar del terrorismo. Avisamos entonces que no sería así.
Tener a los jefes
disfrutando de las comodidades de la Habana permitía reagrupar el mando,
planificar desde la tranquilidad y atacar con sistematicidad; como se ha hecho.
Tuvieron oportunidad para
concertar mayores compras de armas, como los 7 contenedores de armas que
llegaron a Cartagena –que por un acto de infinita ingenuidad o absurdo
encubrimiento se dejaron seguir hacia la Habana. El General
de Brigada que comanda las fronteras de Ecuador con Colombia, Fernando
Proaño, dijo a los medios: “Desde que se inició el proceso de paz se ha
incrementado el tráfico, hemos capturado una gran cantidad de munición y
armamento; podemos determinar que ellos aprovecharon esta situación para
fortalecerse”.
Se estableció la violencia
como mecanismo de presión, como también se previno desde el inicio. Cada vez
que las Farc pretenden algo del Gobierno incrementan la violencia. Convirtieron
la negociación en un burdo proceso extorsivo: se negocia sobre la vida de los
miembros de la fuerza pública, el miedo de la ciudadanía, el destrozo
ambiental. Con el agravante de que el Marco Juridico para la Paz y las ya
develadas intenciones del gobienro de no exigir cárcel, de antemano le dan
impunidad a todas estas acciones.
Y como las Farc no tienen
ya ni siquiera la amenaza de castigo, sus acciones siguen siendo brutales,
feroces, y avanzan hacia lo monstruoso. Tiros de gracia a nuestros policías,
minas atipersonales en escuelas, barriles de petroleo que se derraman ya no en
atentados, sino por el simple gusto de dejarlos rodar y arrazar nuestro
amazonas.
No hay líneas rojas;
límites frente a lo que las Farc en su despiadada violencia pueden hacer. Dice
Santos que hay dos. Sé del asesinato de alguien importante; la otra la
desconozco. A fuerza de los acontecimientos conocemos que los Coroneles no son
importantes, como no lo son soldados, ni policías que desde la tumba se
preguntan ¿Presidente, ud no sabe quién soy yo?
Si la sanción no existe
¡Todo está permitido! Y para todos. Ya ningun delincuente teme la ley, ya nadie
la respeta. Los índices muestran el hurto, el atraco, la extorsión tomandose
nuestras ciudades.
Repiten “que nada está
acordado, hasta que todo esté acordado” y sin embargo, avanzan las gabelas: se
prohibe el glifosato para no dañar el negocio de las drogas, ya mejorado en
este gobierno. Y pomposamente anuncian que el gobierno y las Farc quieren lo
mismo para el campo. Igualaron el terrorismo con la fuerza pública, hasta
desmotivarla.
En fin, la paz no llega,
ni llegará; vamos por el camino equivocado.
Comentarios
Publicar un comentario