Discurso y Realidad -14 de Julio de 2015-
Una de las preguntas más
interesantes de la filosofía es si el discurso condiciona la realidad, o si por
el contrario, la realidad genera los discurso. Si la ley puede modificar las
conductas, o se limita a recoger los acuerdos morales de una sociedad; si
aprendemos de la poesía los dolores del amor, o si la poesía recoge esos
sentimientos; si los lideres recogen el discurso disgregado en la sociedad, o
si por el contrario un discurso es capaz de alterar el destino de una sociedad.
Cualquiera sea la relación de causalidad, es interesante advertir que las
posibilidades discursivas son infinitas, mientras un discurso sólo admite las
posibilidades determinadas por sí mismo.
El discurso de la lucha de
clases que propende por igualdad material, se enfrenta al discurso que le pide
al ciudadano la conformidad con sus circunstancias, las castas en la India, por
ejemplo; al de las oportunidades, donde la pretendida igualdad se predica
frente a las opciones que tiene el ciudadano para determinar su propio destino,
y no delega la responsabilidad al Estado.
Sostengo que la política,
en general, se ocupa de cómo y no de qué. Todos queremos el bienestar social, la labor política consiste
en trazar alternativas para llegar al él. Sin embargo, el concepto de lo que es
deseable para la sociedad supone diferencias discursivas de fondo. Si el
bienestar social surge de la perspectiva individual y aislada, o si por el
contrario es un concepto que depende de la comparación con otros ciudadanos; es
decir si el problema es de riqueza individual o de equidad.
Colombia ha venido
atrapada en discursos poco propositivos. Por ejemplo, se repite como un mantra que
la inequidad en Colombia tiene que ver con la distribución de la tierra. Sin
embargo, las cifras no coinciden: la agricultura - ganadería incluida-
representó en el 2014, según el Banco Mundial, el 6,7% del PIB, cifra en contracción,
pues en el 2010 era 7,1%. Cálculos más optimistas del PNUD establecen que oscila entre 10% y 14% desde 1994. Genera, según
Dane, cerca del 20% del empleo en el país.
¿Cómo el 10% o aún el 14% del PIB pueden solucionar el
problema de la pobreza que vive el 29,3% de la sociedad? ¿Cómo una actividad
poco productiva -que concentra el 20% de los empleados y no es capaz de
representar ese mismo en el porcentaje del PIB- se puede usar como la promesa
para solucionar el problema de equidad?
Aquel discurso es
explicable porque los colombianos –como muchos latinoamericanos hijos de la
colonización española- consideramos que la única riqueza son los recursos
naturales; la repartición de lo que existe. La riqueza no se limita a lo que la
tierra puede dar agricultura, minería… La mayor riqueza puede surgir de las
industrias creativas; de la mente humana. La riqueza se puede crear. Mientras
Colombia siga atrapada en discursos extractivos, sus posibilidades se limitan a
los recursos natuales que existes. Debemos apropiarnos del discurso donde la
riqueza se crea, y dejar que la mente exprese todo aquello de lo que somos
capaces.
Comentarios
Publicar un comentario