Lo esencial -15 de septiembre de 2015-
Lo esencial
El Gobierno es hábil;
genera espacios ficticios para que los ciudadanos se distraigan de lo esencial.
El país se embarca en la discusión en torno a la implementación de los
acuerdos; cuántos o cuáles congresistas estarán en la comisión especial o
congresito; y deja de lado que hoy no hay acuerdos firmados. No pueden hablar
de mecanismos de implementación de lo que no existe, y aún firmado faltaría
refrendarlos. Esto será de años, no de meses. El gobierno en su ingenuidad
busca de que la generosidad con las Farc saque del letargo el proceso; y en su
astucia para las vísperas electorales pretende –otra vez- un construir un
ficticio ambiente optimista frente al proceso.
El Gobierno varias veces
ha tratado de presionar a las Farc con generosas ofertas llevadas hasta nuestra
Constitución; y el mismo tiempo convencer a la opinión pública que estamos a
punto de firmar el proceso. El Marco Jurídico para la Paz fue aprobado sobre la
sangre de quienes perecieron en el atentado de las Farc contra Fernando
Londoño. Mientras ellos nos asesinaban, el gobierno ya les concedía amplias
gabelas; en un gesto –decían entonces- de que la violencia no doblegaría la
voluntad de paz; y que la paz ya estaba lista. Luego, con el llamado “referendo
por la paz” destruyeron los controles que configuraban esa figura. Presionaban
a las Farc a firmar pronto, pues había que aprovechar los comicios electorales
para obtener la aprobación; y estimulaban a los votantes con la falsa promesa
de la paz. Ahora quieren darles más y mayores concesiones a las Farc,
irrespetando las propias reglas de que impuso el gobierno de que “nada está
acordado hasta que todo esté acordado”, e burlando la promesa de refrendación.
Se deben primero firmar
los acuerdos, sin pendientes. Luego vendrá la refrendación; hacerle trampa a la
refrendación, es hacerle trampa a los colombianos. Se debe garantizar la
expresión sincera de los colombianos sobre cada uno de los asuntos pactados.
Sólo entonces será posible implementar aquello que el pueblo haya aceptado,
respetando el ordenamiento jurídico existente.
El Gobierno y las Farc no
logran avanzar en lo importante, a saber: si los criminales de lesa humanidad y
crímenes atroces van a ir a la cárcel; y si esos criminales tendrán o no
representación política. Si se va a considerar el secuestro la extorsión y el
narcotráfico como delitos políticos para burlar la Constitución y lograr la
representación política de los violentos. Si las Farc van a entregar las armas
y renunciar a acceder nuevamente a ellas. Si las Farc va a entregar su fortuna
–la tercera más grande de los grupos terroristas, para resarcir a las víctimas.
Si las soluciones a las dificultades judiciales de las Fuerzas Armadas de
Colombia, causadas por la violación de la garantía constitucional del fuero
penal militar estará sujeta a las negociaciones con el narcoterrorismo,
insistiendo en tratar como iguales a los héroes de la Patria con los criminales.
Son estos los temas que
deberíamos estar discutiendo; sin esos mínimos la negociación -aún firmada- no
conducirá hacia la paz.
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