Me amarás a la fuerza
Si algo no soporta este Gobierno es la
crítica, la oposición. Los primeros síntomas fueron visibles cuando Uribe –quien
había sido fundamental para la primera elección- se apartó de las decisiones de
Santos. Sobrevino la campaña difundiendo supuestos escándalos de corrupción del
gobierno Uribe. Se anunció un desfalco a la salud en billones, y tantos otros
que en nada quedaron. Se recurrió a insultos que incluían ponchos y cuchillos y
fascista y nazi. Vinieron también las persecuciones judiciales a los uribistas.
Se juntó “la dicha y la hermosura”: procesos absurdos, penas infinitas para
“probar” la supuesta corrupción. Eliminación de eventuales contendores como
Luis Alfredo Ramos, oportunos escándalos con propósitos electorales como el
supuesto hacker; venganzas personales como la nueva investigación a Pacho
Santos.
Nos tienen acostumbrados a la
discriminación política. A la hora de nombrar, nadie que sea uribista, como si
el Estado fuera un feudo personal. ¡Ay! de un funcionario amigo o pariente de
un uribista; sentirá los rigores del primogénito que implacable exige renuncias
y despidos.
Los gremios ya venían asolados. No es
raro oír empresarios temerosos de vincularse al Centro Democrático, incluso
sintiéndose obligados a aportar a las campañas del gobierno que no comparten,
pues cuentan que a este o a aquel le advirtieron. Para ellos la amenaza es la
Dian o el Invima, trámites y visitas que no acaban. El presidente de la Andi
fue impuesto por el gobierno, y era su propio ministro. El gobierno ha tratado
de acapararlo todo, y como quedan aún vestigios de crítica el turno le tocó a
Fedegán. Lafaurie crítico del gobierno, visible uribista, además representa un
gremio con discrepancias frente al proceso de la Habana, pues los ganaderos han
sido uno de los sectores más asolados por las Farc que los secuestra, extorsiona y asesina.
Arrebatando el Fondo Nacional del Ganado
a su gremio, el gobierno resuelve dos problemas al mismo tiempo. Por una parte,
tiene la mermelada para beneficiar sólo a aquellos que lo apoyan, al tiempo que
“estimula” nuevos adeptos. El asunto es crucial para el acuerdo de la Habana
donde las Farc pretenden -con el beneplácito del gobierno- diseñar e imponer la
política agropecuaria. Para este gobierno centralista, para el que el tal agro
no existe, esta entrega es insignificante. Y para silenciar las voces y
doblegar las voluntades abusan y aplastan.
La usurpación estaba fraguada desde el
proyecto del Plan de Desarrollo, ya entonces se comentaba que iban detrás de
Lafaurie y de Fedegán. Valiéndose de trampas cambiaron la ley con el artículo
106 del Plan y luego con artilugios emitieron decretos aplicables a un solo
agente: Fedegán. Con el diseño a la medida le advierten a los ganaderos que la
paz está cerca y que tendrán que aceptarla a las buenas o a las malas. Y le insinúan
a los demás gremios cuál y cómo es la política del gobierno. Esta paz se parece
a la de los romanos; sobre los restos y ruinas derraman sal como símbolo de que
nada podrá renacer. Este gobierno oprime y reprime; pero entre más dura la
táctica más firme será la resistencia.
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