Publicidad engañosa de paz
Nos
anuncian en fin de la guerra. Semejante anuncio debería ilusionarnos; sin
embargo hay una distancia entre la publicidad engañosa y las realidades del
producto. El marketing, los eslóganes, la música y las imágenes bien
organizadas son capaces de vender un producto que para nada cumple las
expectativas de lo prometido, pero eso no lo sabe el cliente sino hasta que ya
ha gastado su dinero. Eso está pasando con la paz; nos la anuncian y muchos
sienten atraídos. Y con razón, la paz
como ideal parece atractiva, promisoria, deseable.
No
obstante, aquello es un anuncio. Cuando se desmenuza el contenido la promesa de
la paz se desdibuja. ¿La impunidad de los criminales garantiza o permite
avanzar hacia la paz? ¿Tener criminales de lesa humanidad en la política le
ayuda a Colombia a recomponer su tejido social? ¿Los dineros de las Farc
producto del secuestro, narcotráfico, extorsión y minería ilegal usados en
politiquería nos permiten avanzar en la consolidación de mejores instituciones?
Nadie
tiene las respuestas definitivas para estos interrogantes. Se trata de asuntos
políticos y no de una ciencia exacta, así que quienes aseguran la felicidad al
final de la receta, mienten. Hay sin embargo, experiencias en otros países, en
nuestra propia Colombia que nos permiten aventurar que las respuestas a esas
preguntas no serán positivas. Las experiencias del Salvador que optó también
por la salida fácil de la impunidad y premio a los violentos, deja ver que los
resultados fueron desastrosos. Tendremos que repetir que tiene uno de los
índices de homicidios y desplazamiento más altos del mundo, que las Maras
reclutan los niños desde los 12 años y tiene en jaque al Estado, sin discurso
político. En Colombia nos ofrecieron también la paz en los años 80, y culminó
con la Constitución de 1991 que era el inicio de la paz, eso dijeron. Vinieron
los sangrientos años 90, la violencia más cruenta de los últimos tiempos.
No
sabemos como será el futuro, pero las experiencias permiten prever que no será
bueno. Todos los criminales del país se sentirán envalentonados y en buscarán
arreciar su violencia para obtener los mismos premios que las Farc. Y los
terroristas de las Farc ahora de everfit pretenderán imponer su doctrina, ojala
sin armas de fuego (aunque no descartó la combinación de formas de lucha), con
el arma del tribunal de paz, perseguirán a los ciudadanos. La lista de los 12 mil
colombianos que según Santos tendrán que ir a rendir cuentas al tribunal de las
Farc será la cuota inicial de la doblegación moral del país.
Ojala
pudiéramos alegrarnos como algunos, y creer que llega la paz; pero no podemos.
La política de exige un principio de realidad que debería impedirnos acogernos
a la efectividad de ofrecer soluciones simples para problemas complejos.
Colombia más que nunca exige sensatez de sus ciudadanos, la paz es el resultado
de la consolidación de instituciones, la primera de las cuales es la ley.
Debilitar la ley, dar impunidad y premio a los violentos es un mensaje que
destruye la posibilidad de un futuro de pacifica convivencia.
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